Gladiadoras de la antigua Roma

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 05 abril 2018
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano, portugués

Las gladiadoras femeninas de la antigua Roma, hoy en día conocidas por los expertos como gladiatrices, puede que no fueran muy comunes, pero existían. Las pruebas sugieren que un cierto número de mujeres participaban en los juegos públicos de Roma a pesar de que esta práctica a menudo era criticada por los escritores romanos, y hubo varios intentos de regularla mediante la legislación.

En los textos antiguos a las gladiadoras femeninas a menudo se las denomina ludia (artistas femeninas en un ludi, un festival o un entretenimiento) o mulieres (mujeres), pero rara vez feminae (damas), lo que sugiere a algunos expertos que solo las mujeres de clase baja se sentían atraídas por el estadio. Sin embargo hay bastantes pruebas de que las mujeres de la clase alta también acudían. El término gladiatriz nunca se usó en la antigüedad; es una palabra moderna usada para describir a las gladiadoras en el siglo XIX.

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Female Gladiators
Gladiadoras
Carole Raddato (CC BY-SA)

Las mujeres que elegían una vida en la arena, y parece que efectivamente era una elección, puede que estuvieran motivadas por el deseo de independencia, la oportunidad de ser famosas, y las recompensas monetarias, que incluían la remisión de una deuda. Aunque parece que una mujer renunciaba a cualquier reivindicación de respetabilidad en cuanto entraba en la arena, hay alguna evidencia que sugiere que las gladiadoras recibían tantos honores como sus homólogos masculinos.

El papel de la mujer en Roma

Las mujeres de Roma, bien sea durante la república o más tarde en el imperio, tenían pocas libertades y estaban definidas por su relación con los hombres. El experto Brian K. Harvey escribe:

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A diferencia de las virtudes de los hombres, a las mujeres se las elogiaba por su hogar y su vida matrimonial. Sus virtudes incluían la fidelidad sexual (castitas), el sentido de la decencia (pudicitia), el amor por el marido (caritas), la concordia matrimonial (concordia), la devoción por la familia (pietas), la fecundidad (fecunditas), la belleza (pulchritude), la alegría (hilaritas) y la felicidad (laetitia)… Tal y como mostraba el paterfamilias [ya fuera el marido o el padre: el cabeza de familia], Roma era una sociedad patriarcal. (59)

Ya fueran de las clase alta o baja, se esperaba que las mujeres siguieran las espectativas tradicionales de comportamiento. La condición de la mujer se deja clara a través de las numerosas obras de escritores masculinos que se ocupan del tema en profundidad, así como de diversos decretos legislativos. No se sabe cómo se sentían las mujeres sobre su posición, ya que casi toda la literatura existente de Roma está escrita por hombres. Harvey señala que “casi no tenemos ninguna fuente literaria que revele la perspectiva de la mujer sobre su propia vida o el papel de la mujer en general” (59).

La única excepción es la poesía de Sulpicia (siglo I a.C.). En su primer poema, que celebra el enamoramiento, dice que no quiere esconder su amor en "documentos sellados", sino que va a expresarlo en verso, y escribe: "Está bien ir a contracorriente, ya que es cansado para una mujer forzar constantemente su apariencia para que se ajuste a su reputación” (Harvey, 77). Por supuesto, eran los hombres quienes forzaban esta reputación en la mujer; primero su padre y luego su marido.

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LAS INSCRIPCIONES DEJAN CLARO QUE ALGUNAS MUJERES ELEGÍAN SU PROPIO CAMINO COMO GLADIADORAS, Y PARECE QUE ESTA OPCIÓN EXISTIÓ DURANTE BASTANTE TIEMPO.

Sulpicia era la hija de Servio Sulpicio Rufo (c. 106-43 a.C.), un autor, orador y jurista, famoso por su elocuencia. Dado que el mismo era escritor, lo más probable es que alentara las actividades literarias de su hija, pero este no era el caso para la mayoría de mujeres. Incluso en su caso, seguía estando bajo el control de su padre y su tío Marco Valerio Mesala Corvino (c. 64 a.C.-8 d.C.). En su segundo poema, Sulpicia se queja de cómo la controla Mesala cuando está haciendo planes de cumpleaños, escribiendo que su tío "no me permite vivir a mi elección" (Harvey, 77).

Mesala Corvino, al igual que su hermano, también era escritor y un importante mecenas de las artes. Así que lo más probable es que Sulpicia se criara en una hogar ilustrado en el que las mujeres podían dedicarse a empresas literarias, y basándonos en sus otros poemas parece que también tuvo la libertad de tener una aventura amorosa con un hombre al que llama Cerinthus, que no tenía la aprobación de su familia. Sin embargo, incluso en este ambiente "liberado" seguía sintiéndose restringida, con lo que cabe suponer que una mujer tenía mucha menos libertad de elección en otros hogares más conservadores.

Legislación relativa a las gladiadoras

Es precisamente por el patriarcado bien establecido de Roma y el lugar de la mujer en esta sociedad por lo que los expertos han tenido tantas dificultades para aceptar el concepto de mujeres gladiadoras. Las referencias a las ludia se suelen interpretar como actrices en una festival religioso, que es una interpretación correcta, pero el contexto del término en algunas inscripciones deja claro que algunas mujeres elegían su camino como gladiadoras y parece que esta opción estuvo disponible durante bastante tiempo.

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The Colosseum or Flavian Amphitheatre
El Coliseo o Anfiteatro Flavio
Dennis Jarvis (CC BY-NC-SA)

En 11 d.C. el Senado Romano aprobó una ley que prohibía a las mujeres libres menores de 20 años participar en los juegos de la arena. Esto sugiere que esta práctica llevaba ocurriendo algún tiempo ya antes. Cabe señalar que el decreto especifica "mujeres libres", no esclavas, que se supone que podían seguir participando. El emperador Septimio Severo (193-211 d.C.) prohibió la participación de cualquier mujer en la arena en el 200 d.C., diciendo que tales espectáculos alimentaban la falta de respeto a las mujeres en general.

También lo hizo por la preocupación de que si se les permitiese a las mujeres entrenar como atletas, querrían participar en los Juegos Olímpicos de Grecia; una perspectiva que le parecía desagradable además de una amenaza para el orden social. Curiosamente, su decreto parece haber estado motivado por la participación de mujeres libres de clase alta en los juegos, aquellas que habrían tenido cubiertas todas sus necesidades materiales y que podrían haber preferido la vida de un gladiador a que todas sus opciones estuvieran limitadas por parientes masculinos.

TODAVÍA HABÍA MUJERES LUCHANDO EN LA ARENA A FINALES DEL SIGLO III EC COMO DEMUESTRA UNA INSCRIPCIÓN DE OSTIA, LA CIUDAD PORTUARIA CERCANA A ROMA.

A pesar del decreto severiano, todavía había mujeres luchando en la arena a finales del siglo III d.C. como demuestra una inscripción de Ostia, la ciudad portuaria cercana a Roma. Esta inscripción señala que el magistrado de la ciudad, un tal Hostilianus, fue el primero en permitir que las mujeres lucharan en la arena desde la fundación de Ostia. La redacción de la inscripción especifica que Hostilianus permitía luchar a las mulieres, no a las feminae, por lo que puede ser que Hostilianus consiguiera evitar la ley de Severo gracias a alguna laguna legal por la que las mujeres libres de la clase alta lo seguían teniendo prohibido, pero las mujeres de clase baja y las esclavas podían participar en los juegos.

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Gladiadores y Juegos

Los juegos de gladiadores comenzaron como una parte de los servicios funerarios. Después del entierro y los ritos funerarios, los luchadores a sueldo comenzaban unos juegos en los que representaban escenas de la literatura popular y las leyendas, o de la vida del difunto, a modo de tributo. Harvey señala que “el término para estos juegos era munus (munera en plural), que indicaba un deber u obligación además de un regalo” (309). Estos juegos se convirtieron en un entretenimiento cada vez más popular y acabaron perdiendo su asociación con los ritos funerarios. Los aristócratas, especialmente los que se presentaban a cargos públicos, patrocinaban los juegos para ganar apoyo, y con el tiempo estos eventos crecieron y llegaron a incluir las celebraciones oficiales del cumpleaños del emperador, su coronación y otros eventos de estado.

Retiarius Gladiator Mosaic
Mosaico de un gladiador reciario
Carole Raddato (CC BY-SA)

Los primeros juegos de gladiadores tuvieron lugar en 264 a.C. entre los hijos del senador Brutus Pera para honrar a su padre tras su funeral. Estos juegos continuaron durante varios siglos hasta que finalmente fueron abolidos por Honorio en el 404 d.C.. En ese periodo, miles de personas y animales murieron en la arena para entretener a la gente.

Contrariamente a la opinión popular y las representaciones en el cine, a los gladiadores no se los enviaba a la arena a morir, y la mayoría de las luchas no terminaba en muerte. Los criminales condenados (damnati) eran ejecutados en la arena, pero la mayoría de los que luchaban eran esclavos que habían recibido un gran entrenamiento y eran muy valiosos para sus propietarios.

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El escritor romano Séneca (4 a.C.-65 d.C.) describe un espectáculo al mediodía en la arena que tuvo lugar durante el intermedio entre los espectáculos de la mañana y de la tarde. Esta era la época del día en la que se ejecutaba a los criminales. Entre estos se encontraban los condenados por delitos graves, desertores del ejército y aquellos que incitaban a la sedición o eran culpables de blasfemia u otros crímenes contra el Estado. Con el tiempo también se incluiría a los cristianos en los espectáculos del intermedio de mediodía:

A estos combatientes del mediodía se los envía sin armadura alguna; están expuestos por todas partes a los golpes, y nadie golpea nunca en vano... El público exige que el vencedor que haya matado a su oponente se enfrente al hombre que lo matará a él a su vez; y el último conquistador se reserva para otra carnicería. El resultado para los combatientes es la muerte; la lucha se libra a espada y fuego. (Epístolas morales VII.3-5)

La descripción de Séneca está arraigada en la imaginación popuar como el paradigma de los juegos en la arena. Los juegos de gladiadores reales (Ludum gladiatorium) eran considerablemente distintos, y el resultado no era siempre la muerte. Los oponentes estaban igualados y luchaban hasta que uno dejaba caer su escudo y arma, levantando un dedo para indicar la rendición. Entonces, la persona que patrocinaba los juegos (conocidos como los munerarius) pausaba la lucha. Era en ese momento cuando se daba el famoso pollice verso ("con el pulgar hacia abajo").

CIERTAMENTE LOS GLADIADORES PODÍAN MORIR EN SU PRIMERA PELEA EN LA ARENA, PERO HAY MONUMENTOS E INSCRIPCIONES QUE MUESTRAN QUE MUCHOS VIVIERON Y LUCHARON DURANTE AÑOS.

No está claro que el "pulgar hacia abajo" significara la muerte, y se ha sugerido que el gesto consistía en que el munerarius se cruzara la garganta con el pulgar. El munerarius tendría en consideración la opinión de la corona antes de tomar una decisión, y era fácil que concediera missio (lo que permitía vivir al gladiador) y que diera la batalla por zanjada con una decisión de stans missus (“despachados a pie”), lo que significaba un empate. Se perdonaba a más gladiadores de los que se mataba porque si el munerarius elegía la muerte tendría que compensar al lanista, el dueño del gladiador, por la pérdida.

Ciertamente los gladiadores podían morir en su primera pelea en la arena, pero hay monumentos e inscripciones que muestran que muchos vivieron y lucharon durante años. Se ha sugerido que de hecho las gladiadoras a menudo eran hijas de los gladiadores retirados, que las entrenaban. Las escuelas de gladiadores abundaban en Roma desde su fundación c. 105 a.C., y más escuelas proliferaron en las colonias y las provincias a medida que el imperio se fue expandiendo.

Al ingresar en una escuela de gladiadores, el principiante hacía un voto que permitía que lo azotaran, quemaran y mataran con acero y renunciaba a todos sus derechos sobre su propia vida. El gladiador se convertía en propiedad del director de la escuela que lo regulaba todo en la vida de esa persona, desde la dieta hasta el ejercicio diario y, por supuesto, la entrenaba para luchar.

Gladiator Relief
Relieve de gladiadores
Carole Raddato (CC BY-SA)

Al mismo tiempo, no parece que las mujeres entrenaran con los hombres en las escuelas y no hay registros de ninguna mujer luchando con un hombre en ninguno de los espectáculos. Las gladiadoras probablemente recibían entrenamiento de sus padres o lecciones privadas con un lanista. En el entrenamiento tanto de hombres como de mujeres se usaban espadas de madera tras la revuelta del gladiador Espartaco (73-71 a.C.) que había utilizado las armas de hierro de su escuela para iniciar la insurrección. Hombres y mujeres se entrenaban en diferentes tipos de combate, y había cuatro tipos de gladiadores:

  • El mirmillo (Murmillo) tenía un casco (con una cresta de pez), escudo oblongo y espada.
  • El reciario (que normalmente luchaba contra un mirmillo) iba armado tan solo con una red y un tridente o daga.
  • El samnita tenía una espada, un casco con visor y un escudo oblongo.
  • El tracio (Thrax) iba armado con una espada curva (una sica) y un escudo redondo.

A todos los gladiadores se los enseñaba a luchar en una de estas cuatro disciplinas, y la recompensa por la excelencia en la lucha podía ser la fama, la fortuna, y un estilo de vida con el que las mujeres "respetables" de Roma no podían más que soñar. En un pasaje posterior de las Epístolas morales citadas anteriormente, Séneca se queja de que la gente necesitaba que siempre hubiera alguna forma de entretenimiento en la arena además de los espectáculos estándar, y puede que esta necesidad se haya cubierto en un principio con mujeres luchando contra enanos (Adkins & Adkins, 348). Sin embargo, con el tiempo, las mujeres dejaron de participar en este clase de espectáculos para convertirse en gladiadoras.

Pruebas físicas de la existencia de gladiadoras

Descubiertos en 1996 y presentados en septiembre de 2000, los restos de la mujer de Great Dover Street, también conocida como "Gladiator Girl" (la chica gladiadora) brindan pruebas físicas que respaldan las abundantes pruebas literarias de la antigüedad de mujeres que luchaban como gladiadoras en la arena. La pelvis de la mujer era todo lo que quedaba del cuerpo tras la incineración, pero la abundancia de caras lámparas de aceite, junto con otras pruebas de una fiesta grande y lujosa y la presencia de piñas (de pino, que se quemaban en la arena para purificarla después de los juegos) todo ello lleva a la conclusión de que esta era la tumba de una respetada gladiadora que era una mujer.

Aparte de la mujer de Great Dover Street, la evidencia física de gladiadoras proviene de un relieve de alrededor del siglo II d.C. encontrado en Bodrum, Turquía, que representa claramente a dos de ellas; la inscripción mencionada antes encontrada en Ostia; un pedazo de cerámica que se cree que fue un colgante encontrado en Leicester, Inglaterra; y una estatua de una gladiadora (de origen desconocido pero al estilo de la península italiana) que actualemente se encuentra en el Museum fur Kunst und Gewerbein en Hamburgo, Alemania.

El relieve representa a dos mujeres, claramente gladiadoras, junto con sus nombres artísticos debajo, Amazona y Aquilea. Con toda probabilidad era gladiadoras que recrearon la famosa historia de Aquiles y la reina de las amazonas, Pentesilea (de la Biblioteca de Pseudo Apolodoro, siglo II d.C.) en la que Aquiles mata a la reina en la batalla en Troya y luego se enamora de ella y lamenta sus acciones.

Penthesilea & Achilles
Pentesilea y Aquiles
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Sobre las dos figuras se encuentra una incripción que dice stans missus, que quiere decir que las mujeres lucharon hasta llegar a un empate honorable. Basándonos en sus escudos y espadas, estas dos mujeres habrían sido gladiadoras mirmillo o samnita. Los objetos redondos a los pies de ambas figuras se cree que son los cascos; pero no está claro qué tipo de casco. Las mujeres del relieve debieron haber sido luchadoras populares para justificar el costo de esta obra.

El cascote de cerámica tiene inscrito: Verecunda Ludia Lucius Gladiator, que se puede traducir como "Verecunda la artista y Lucio el Gladiador". Tal y como se ha dicho, ludia se puede interpretar como "gladiadora", y se ha dicho que esta cerámica se puede usar como prueba de que Verecunda actuaba como tal. Por el contrario, se podría interpretar como que significa que era una actriz y que era la novia de Lucio el gladiador.

La estatua de Hamburgo, que durante años se interpretó como una mujer lavándose con un strigil (un instrumento curvo para raspar el cuerpo durante el baño), ahora se entiende que más probablemente sea una gladiadora alzando una sica. La figura aparece triunfante con la sica en alto, el pecho al descubierto, llevando tan solo un calzón. Esta representación se ajusta a las descripciones de las gladiadoras que, al igual que sus homólogos masculinos, luchaban con el pecho al descubierto, solamente con un calzón, una armadura mínima que protegía las espinillas y los brazos, y un casco.

Se cree que la estatua representa a una gladiadora thrax que se ha quitado el casco al ganar (como era práctica común) y ha levantado el arma en señal de triunfo. Los críticos de esta interpretación indican que la figura no lleva grebas, la armadura de las espinillas, así que probablemente no sea una gladiadora; pero la banda que lleva en la rodilla izquierda podría ser una fascia, una banda que se llevaba para proteger la rodilla bajo la greba.

Evidencia literaria de las gladiadoras

También hay muchas pruebas literarias que respaldan la existencia de las gladiadoras. El satírico romano Juvenal (siglo I/II d.C.), el escritor de medicina Celso (siglo II d.C.), el historiador Tácito (54-120 d.C.), el historiador Suetonio (69-130 d.C.), y el historiador Dion Casio (155-235 d.C.), entre otros, escribieron sobre el tema, siempre de una manera crítica.

En sus Sátiras, Juvenal escribió:

Qué sentido de la vergüenza se puede encontrar en una mujer que lleva casco, que rechaza la feminidad y adora la fuerza bruta...Si se subastan las pertenencias de tu mujer, ¡qué orgulloso estarás de su cinturón, sus protectores para los brazos, sus penachos, sus grebas para la pierna izquierda! O si en cambio prefiere una forma diferente de combate, ¡qué satisfecho estarás cuando la chica de tus sueños venda sus grebas! Óyela gruñir mientras practica las estocadas que le enseña su entrenador, marchitándose bajo el peso del casco. (VI.252)

Tácito dice:

Sin embargo, muchas damas distinguidas, y senadores, se deshonraron al acudir al Anfiteatro. (Anales, XV.32)

Dion Casio amplía la descripción de Tácito:

Hubo otra exposición que fue a la vez más vergonzosa y más chocante, cuando hombres y mujeres no solo de la orden ecuestre, sino también de la senatorial, aparecieron como intérpretes en la orquesta, en el Circo y en el [Coliseo], como aquellos a quienes menos se aprecia. Algunos de ellos tocaban la flauta y bailaban en pantomimas, o actuaban en tragedias y comedias, o cantaban al ritmo de la lira; llevaban caballos, mataban bestias salvajes y luchaban como gladiadores. (Historia romana LXI.17.3)

Conclusión

El consenso académico sobre la existencia de gladiadoras está lejos de ser uniforme, pero la evidencia de fuentes romanas da un gran peso a su aceptación como realidad histórica. Los argumentos en contra se basan en gran medida en la interpretación de textos latinos antiguos y a qué puede que se refirieran o no ciertos términos, tales como ludia. Aun así es difícil entender cómo se pueden descartar el relieve de Amazonia y Aquilea o las obras literarias y legales que indican claramente la participación de las mujeres en los juegos como gladiadoras.

Puede que las mujeres fuera consideradas ciudadanas de segunda clase por el patriarcado, pero eso no quiere decir que todas las mujeres aceptaran esa condición. Muchas mujeres de clase alta podían ejercer un control importante sobre sus maridos, sus hogares e incluso en la corte. Juvenal, en el mismo libro de sus Sátiras mencionado anteriormente deja claro exactamente cómo de poderosas podían ser las mujeres, llegando a controlar a hombres que aún creían estar al mando. En el caso de las gladiadoras, parece que algunas mujeres no estaban contentas siquiera con ese nivel de autonomía y querían controlar su propio destino en la arena.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2018, abril 05). Gladiadoras de la antigua Roma [Female Gladiators In Ancient Rome]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-35/gladiadoras-de-la-antigua-roma/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Gladiadoras de la antigua Roma." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación abril 05, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-35/gladiadoras-de-la-antigua-roma/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Gladiadoras de la antigua Roma." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 abr 2018. Web. 19 abr 2024.

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