Tercer Periodo Intermedio en Egipto

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Miriam López
Publicado el 11 octubre 2016
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, griego
Tanis (by Brigitte Djajasasmita, CC BY-NC-ND)
Tanis
Brigitte Djajasasmita (CC BY-NC-ND)

El Tercer Periodo Intermedio (hacia 1069-525 a.C.) es la época que sigue al Reino Nuevo de Egipto (hacia 1570-1069 a.C.) y precede al Periodo Tardío (hacia 525-332 a.C.). Los egiptólogos de finales del siglo XIX dividieron la historia egipcia en épocas de "reinos" y "periodos intermedios" para aclarar la historia del país, aunque los antiguos egipcios no utilizaban esta nomenclatura.

El término "reino" se utiliza para definir una época de fuerte gobierno central, mientras que "periodo intermedio" se utiliza en épocas de desunión y gobierno dividido. En el Primer Periodo Intermedio de Egipto (2181-2040 a.C.) y en el Segundo Periodo Intermedio (hacia 1782-1570 a.C.) esta división provocó tensiones entre las dos sedes del poder. En el Primer Periodo Intermedio las relaciones fueron tensas entre los reinos de Heracleópolis y Tebas, y durante el Segundo Periodo Intermedio de Egipto entre Tebas y los gobernantes hicsos de Avaris, al norte, y los nubios al sur.

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La división de poder

En el Tercer Periodo Intermedio de Egipto, el poder se repartió desde el principio casi a partes iguales entre Tanis y Tebas, a veces fluctuando en un sentido u otro, y ambas ciudades gobernaron conjuntamente aunque a menudo con programas diferentes. Tanis era la sede del gobierno laico, mientras que Tebas era una teocracia. Dado que en el antiguo Egipto no existía separación entre la vida religiosa y la cotidiana, el término "laico" se utiliza como "funcional". Los gobernantes de Tanis tomaban sus decisiones en función de las circunstancias y aceptaban la responsabilidad, aunque se consultaba a los dioses. Los sumos sacerdotes de Tebas consultaban directamente al dios Amón sobre los aspectos del gobierno, de hecho, se podría considerar a Amón como el verdadero "rey" de Tebas.

El rey de Tanis y el sumo sacerdote de Tebas solían estar relacionados, al igual que los de las dos casas gobernantes. Un claro ejemplo es el cargo de Esposa del dios Amón, un puesto de gran poder y riqueza, ocupado por las hijas de los gobernantes de Tanis y Tebas respectivamente. Ambas ciudades emprendieron proyectos y políticas conjuntas, como muestran las inscripciones dejadas por los reyes y sacerdotes, y cada una de ellas comprendía y respetaba la legitimidad de la otra.

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Durante mucho tiempo se consideró el Tercer Periodo Intermedio como una especie de epílogo de la historia egipcia y una época aún más oscura de caos y colapso que los periodos intermedios anteriores. Ninguno de los periodos intermedios de Egipto fue tan caótico como lo interpretaron los primeros egiptólogos (incluso los posteriores). Las opiniones de estos primeros investigadores estaban muy influidas por su propia época y por la forma de gobierno que reconocían como legítima. Un gobierno central fuerte se interpretaba como algo bueno, mientras que la desunión se veía como algo peligroso. En realidad, los tres periodos intermedios mantuvieron una continuidad cultural sin un gobierno central unificador y cada uno añadió contribuciones propias a la historia de Egipto.

Map of the Third Intermediate Period
Mapa del Tercer Periodo Intermedio
Jeff Dahl (CC BY-SA)

La diferencia entre los dos primeros y el último es que, tras el Tercer Periodo Intermedio, Egipto no volvió a resurgir para continuar hacia mayores cotas. A finales de la dinastía XXII, Egipto se dividió por la guerra civil, y en la época de la XXIII, el país estaba dividido entre autoproclamados monarcas que gobernaban desde Heracleópolis, Tanis, Hermopólis, Tebas, Menfis y Sais, lo que imposibilitó la defensa unida del país y los nubios invadieron desde el sur.

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En las dinastías XXIV y XXV se produjo la unificación bajo el dominio nubio, pero el país no fue lo suficientemente fuerte como para resistir el avance de los asirios, primero bajo Asarhaddon (681-669 a.C.) en 671/670 a.C. y luego por Asurbanipal (668-627 a.C.) en 666 a.C. Aunque Egipto logró expulsar a los asirios del país, no tenía recursos para repeler a otros invasores. La invasión persa del 525 a.C. puso fin a la autonomía egipcia hasta que el ascenso de la dinastía XXVIII de Amirteo (hacia 404-398 a.C.) en el Periodo Tardío liberó al Bajo Egipto del dominio persa.

Sin embargo, Amirteo no unificó el país bajo el dominio egipcio y los persas siguieron manteniendo el Alto Egipto. La dinastía XXX (hacia 380-343 a.C.), también del Período Tardío de Egipto, logró la unidad aunque no duró mucho y los persas volvieron en el 343 a.C. para mantener Egipto como una satrapía hasta que Alejandro Magno lo conquistó en el 331 a.C. Por lo tanto, este periodo se considera generalmente como un largo declive que extinguió la cultura egipcia, y aunque esa interpretación es comprensible, no es del todo exacta.

El origen del Tercer Periodo Intermedio

Esta diferencia entre el Tercer Periodo Intermedio y los dos primeros ha dado lugar a que varios estudiosos, desde el siglo XIX hasta el XX e incluso hasta la actualidad, caractericen la época como el fin de la historia egipcia y el colapso de su cultura. Los dos periodos intermedios anteriores también se han presentado como "épocas oscuras" de confusión y caos, pero el Tercer Periodo Intermedio recibe el peor tratamiento porque no hubo un glorioso Reino Medio ni un Reino Nuevo que lo siguiera, sino sólo el Periodo Tardío, que a menudo se considera una mera continuación del declive del Tercer Periodo Intermedio. Estas interpretaciones hacen un flaco favor a una época que, aunque carece de la unidad y homogeneidad tradicionales de los periodos anteriores, sigue manteniendo un fuerte sentido de la cultura.

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Siguieron realizándose ritos funerarios egipcios, que produjeron algunas de las obras de arte más impresionantes para las tumbas de la clase alta y la realeza. Durante esta época se llevaron a cabo obras de arte de sorprendente detalle e innovación, especialmente en bronce, loza, plata y oro, así como intrincadas inscripciones, pinturas y estatuas. Los proyectos de construcción fueron mínimos durante esta época, tanto en número como en alcance, ya que había recursos ni un gobierno central capaz de organizar proyectos a gran escala hasta el reinado de Amasis (Ahmose II, 570-526 a.C.) de la dinastía XXVI y la posterior unificación del país bajo la dinastía XXX.

Las prácticas religiosas parecen haberse centrado en el concepto del faraón como hijo de dios, lo que llevó al desarrollo del mammisi (casa de nacimiento), un templo local dedicado al culto del niño dios nacido de la unión de dos poderosas deidades, una asociada al sol. El concepto de tríadas de dioses (padre, madre, hijo) tenía una extensa historia en Egipto y continuó durante esta época con la popularidad del culto a Isis y la tríada de Osiris, Isis y el dios niño Horus. El culto a Amón, especialmente en Tebas, continuó, pero el culto a Isis sobrevivió al de Amón y más tarde viajaría a Roma para influir en la fe temprana del cristianismo.

Amun
Amón
Joanna Penn (CC BY)

El Tercer Periodo Intermedio comenzó con el fin del reinado de Ramsés XI (1107-1077 a.C.), el último faraón del Reino Nuevo. El poder de los grandes faraones del Reino Nuevo había ido disminuyendo a lo largo de la dinastía XX (hacia 1190-1077 a.C.) a la vez que cercía el de los sumos sacerdotes de Amón. A finales del Reino Nuevo, el dios Amón era el aunténtico gobernante de Egipto, ya que al faraón ya no se consideraba un intermediario necesario entre el pueblo y sus dioses.

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El culto a Amón, con sede en su gran templo de Karnak, en Tebas, en constante expansión, poseía más tierras y riqueza que la corona, y su influencia había llegado a ser considerable. En lugar de que el faraón interpretara la voluntad de los dioses, los sacerdotes consultaban al propio Amón y el dios les respondía, decidiendo sobre los casos civiles y penales, cuestiones políticas y asuntos domésticos. El historiador Marc van de Mieroop escribe:

El dios tomaba decisiones de estado en la práctica. En Karnak se celebraba regularmente el Festival de la Audiencia Divina, en el que la estatua del dios se comunicaba a través de oráculos, asintiendo cuando estaba de acuerdo. Los oráculos divinos habían cobrado importancia en la dinastía XVIII; en el Tercer Periodo Intermedio constituían la base de la práctica gubernamental. (266)

Cuando Ramsés XI murió fue enterrado por Esmendes (hacia 1077-1051 a.C.), un gobernador del Bajo Egipto que gobernaba desde Tanis y que podría haber estado casado con un miembro de la familia real. De acuerdo con la tradición egipcia, el sucesor enterraba al rey, con lo que Esmendes reclamó el derecho legítimo a gobernar y trasladó la capital de la ciudad de Pi-Ramsés a Tanis. Sin embargo, para entonces los sacerdotes de Tebas ya eran lo suficientemente poderosos como para reclamar legitimidad para gobernar y el país se dividió entre el gobierno del Bajo Egipto desde Tanis y el del Alto Egipto desde Tebas. Contrariamente a las interpretaciones anteriores del periodo, esta división no desembocó en una guerra civil o luchas internas. El egiptólogo John Taylor señala:

Es cierto que el periodo estuvo marcado por tensiones sobre el control del territorio y los recursos, lo que llevó en ocasiones a conflictos, pero la violencia no fue endémica; el periodo en en general fue estable y representa mucho más que un lapso temporal del gobierno faraónico tradicional. (Shaw, 324)

Esmendes fundó la dinastía XXI y, aunque nunca fue tan poderosa como los periodos anteriores, mantuvo la cultura y acabó por ampliarla y profundizarla a medida que los libios (conocidos como Meshwesh o Ma) llegaron a gobernar y e integraron costumbres extranjeras en la cultura egipcia. Dentro de la dinastía XXI hay varios gobernantes con nombres egipcios probablemente libios, y en las últimas dinastías, los libios reinaron tanto en Tanis como en Tebas con nombres libios, lo que demuestra la aceptación de los no egipcios en puestos de poder; una situación que habría sido intolerable en la historia anterior de Egipto. Lejos de ser una época de luchas, la primera parte del Tercer Periodo Intermedio fue de notable tolerancia y cooperación. Van de Mieroop escribe:

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Los reyes de Tanis y los sumos sacerdotes de Tebas se reconocían mutuamente sin rencor. Se ayudaban regularmente y actuaban de forma conjunta. Por ejemplo, el rey Esmendes envió ayuda a Tebas cuando una inundación amenazó el templo de Luxor, y el sumo sacerdote Pinudjem I ayudó al rey Psusenes I cuando construyó el templo de Amón en Tanis. Ambos dejaron inscripciones conjuntas. La relación entre las dos casas era muy personal. El fundador de la dinastía, Esmendes, pudo ser hijo del sumo sacerdote Herihor, y su hija se casó con el sumo sacerdote Pinudjem I... Coexistieron con un acuerdo que puede compararse con el concordato entre la iglesia y el estado en la historia europea: los poderes laicos y religiosos aceptaron las áreas de influencia del otro. En el Egipto de la dinastía XXI, la casa real del norte gobernaba nominalmente todo el país, pero permitía que otra rama de la familia dirigiera el sur sobre la base de su cargo sacerdotal. (270)

Esta división del gobierno funcionó ya que los reyes de Tanis pudieron gobernar el Bajo Egipto y los sacerdotes de Tebas el Alto Egipto con mayor atención a los detalles que un gobierno central en Menfis, Pi-Ramsés o Tebas administrando todo el país. Aun así, sin un gobierno central fuerte que estableciera una norma a la que se adhirieran todas las regiones de Egipto, los distritos administrativos del país tomaban el poder que podían y prosperaban o sufrían carencias en consecuencia. Aunque Esmendes era el rey legítimo de Egipto, su alcance nunca se extendió mucho más allá de Tanis.

Tanis y Tebas

Es posible que Tanis fuera una pequeña aldea o ciudad durante el Reino Nuevo que creció como centro de comercio y punto de acceso al Nilo durante los últimos años de esa época. Aunque Esmendes gobernó desde la ciudad, su historia temprana no está clara, ya que no se han encontrado pruebas arqueológicas anteriores al reinado de Psusenes I (hacia 1047-1001 a.C.), el tercer rey de la dinastía XXI. Lo más probable es que fuera construida por Esmendes a partir de las ruinas de Pi-Ramsés. Los primeros egiptólogos que descubrieron la ciudad pensaron que había sido construida por Ramsés II (1279-1213 a.C.) debido al número de inscripciones suyas en los cimientos. Estudios más recientes han demostrado que estas piedras formaban parte originalmente de la metrópolis de Pi-Ramsés y se reutilizaron en Tanis.

Como ciudad nueva, Tanis se inspiró en una de las más grandes de la historia de Egipto: Tebas. Desde el templo de Amón hasta sus calles y barrios, la nueva ciudad del Bajo Egipto reflejaba la mucho más antigua del sur. Los reyes de Tanis hicieron lo mismo y adoptaron los títulos, modas y responsabilidades tradicionales de los faraones de épocas anteriores, cuando Tebas había sido la capital.

The Great Sphinx of Tanis
La gran esfinge de Tanis
fmpgoh (CC BY-NC-ND)

Tebas ya era una ciudad consolidada y poblada hacia el 3200 a.C., había sido la capital del país durante el Reino Nuevo, y era el lugar donde se encontraba el centro religioso más masivo e importante del país: el Templo de Amón en Karnak. Los sacerdotes de Amón en Tebas tenían el poder y el precedente desde la antigua ciudad para declararse "verdaderos reyes" de Egipto y aplastar a los "pretendientes" en Tanis, pero nunca lo hicieron. Además, no hay pruebas de que no consideraran legítimos gobernantes a los reyes tanitas. Las inscripciones dejan claro que los funcionarios de Tebas consideraban a los reyes de Tanis como monarcas legítimos de Egipto, al tiempo que reconocían también a sus sumos sacerdotes.

Las dinastías del Tercer Periodo Intermedio reflejan esta división de poder, aparte de la del historiador del siglo III a.C. Manetón, no existen listas oficiales de reyes como las de otros periodos de la historia egipcia. Taylor señala cómo "ha resultado más difícil establecer un marco histórico sólido para estos siglos que para cualquier otro período importante de la historia egipcia" debido a la falta de una lista de reyes o de cualquier documentación significativa en la que suelen basarse los egiptólogos (Shaw, 324). La lista de reyes de Manetón es más confusa para este período que para los demás, lo que da lugar a una difusa cronología de gobierno con ciclos de poder que fluctúan entre los Sumos Sacerdotes de Amón en Tebas y los reyes de Tanis y, más tarde, otras sedes de poder. Van de Mieroop escribe:

En comparación con el Reino Nuevo y, sobre todo, con el periodo ramésida, el material de referencia para el Tercer Periodo Intermedio es limitado. Esto es cierto para todos los niveles de la sociedad. El pueblo de Deir el-Medina dejó de producir los abundantes documentos de la vida cotidiana, y solo algunos dispersos hallazgos ilustran cómo vivía la gente fuera de los templos y palacios durante esta época. (261)

Van de Mieroop señala que la escasez de registros de esta época puede deberse, al menos en parte, a que se almacenaron en Tanis y en otras ciudades de la región pantanosa del Delta de Egipto "donde las condiciones más húmedas provocaron el deterioro de muchos restos" (261). Sin embargo, esto es una especulación, ya que se han encontrado pocos registros en la región del Delta. Tradicionalmente, los registros oficiales se guardaban en la capital de la nación, pero como había dos capitales, no está claro por qué se guardaban en Tanis y no en Tebas, que ya tenía edificios que habían servido para ese propósito en el pasado y donde el clima era más seco.

Sea cual sea el razonamiento, el resultado es la pérdida de una enorme cantidad de información sobre la época y la consiguiente dificultad para reconstruirla tan completamente como otras. Destacan algunos reyes notables que sobresalen de la oscuridad y también mujeres admirables que emergen en la posición de la Esposa de Amón, pero para este periodo no se da la cronología constante de períodos pasados.

La dinastía XXI

Esmendes fundó la dinastía XXI, pero es evidente que fue lo suficientemente importante antes de la muerte de Ramsés XI como para justificar su mención. En El cuento de Wenamun (también conocido como El informe de Wenamun), posiblemente de finales del Reino Nuevo, un funcionario de Tebas llamado Wenamun visita a Esmendes en Tanis de camino a Biblos, mientras que no hay ni una mención a Ramsés XI ni a la corte de Pi-Ramsés.

El relato de Wenamun se consideró en su día un documento histórico real, pero investigaciones recientes lo interpretan como una ficción histórica. En cualquier caso, el relato presenta una serie de aspectos interesantes sobre el Egipto de finales del Reino Nuevo/principios del Tercer Periodo Intermedio: los nomarcas como Esmendes eran más importantes que el faraón, una simple expedición para recuperar madera para la construcción de barcos era una empresa de gran envergadura, cuando en el Reino Nuevo habría sido tan fácil como para no recibir ni siquiera una mención y el prestigio que Egipto había disfrutado antes entre sus vecinos había decrecido considerablemente.

Es posible que Esmendes fuera lo suficientemente poderoso como para que se le tome en cuenta, pero apenas tenía el control del Bajo Egipto y ni siquiera en su totalidad. Gobernó más o menos al mismo tiempo que el sumo sacerdote Herihor en Tebas, que reinó hacia 1080-1074 a.C. Herihor había sido un general del ejército (como todos los sumos sacerdotes de Amón) pero con poca influencia fuera de la ciudad de Tebas. Este sería el paradigma de la mayor parte del Tercer Periodo Intermedio. Al igual que en el Primer Periodo Intermedio, los nomarcas individuales tenían poder a expensas de cualquiera de los aspectos del gobierno central y tanto Tanis como Tebas no lograron ejercer ninguna influencia significativa sobre el país en su conjunto

Stela of Herihor
Estela de Herihor
Rob Koopman (CC BY-SA)
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Los reyes de la dinastía XXI eran probablemente libios que gobernaban bajo nombres egipcios, al igual que los sacerdotes de Tebas. Tal vez, debido al paradigma libio de reinos pequeños y centralizados, se conformaban con sus esferas de influencia o bien creían que co-gobernaban sobre un Egipto unido. En realidad, Egipto se había ido dividiendo de forma constante en regiones a lo largo de la última parte del periodo ramésida del Reino Nuevo. A lo largo de esta época, el país se unificaba bajo un líder fuerte, para luego volver a dividirse.

Shoshenq I y la dinastía XXII

La XXII Dinastía también fue libia, cuyos reyes ahora gobernaban abiertamente con nombres libios. Fue fundada por Shoshenq I (943-922 a.C.), que unificó Egipto y emprendió campañas militares que recordaban los días del imperio egipcio. Se cree que es el Sisac de la Biblia que saqueó Jerusalén y se llevó el tesoro del Templo de Salomón, tal y como se describe en I Reyes 11:40, I Reyes 14:25-26 y II Crónicas 12:2-9, aunque se cuestiona esta afirmación. Shoshenq I dejó una inscripción de su campaña en Judá e Israel en Karnak que apoya la conexión bíblica, pero no menciona a Jerusalén entre las ciudades saqueadas. Para algunos estudiosos, esta omisión sugiere que Shoshenq I no es el Sisac bíblico, aunque todos los demás aspectos de la inscripción apoyarían dicha afirmación.

Shoshenq I unificó Egipto y se embarcó en campañas militares que recuerdan los días del imperio egipcio. Se cree que es el Sisac de la Biblia que saqueó Jerusalén y se llevó el tesoro del Templo de Salomón.

Shoshenq I reformó el gobierno de Tanis y el sacerdocio de Tebas. El sacerdocio ya no sería un cargo hereditario, sino de nombramiento por el rey, lo cual también se aplicaría a la selección de la Esposa de Amón. Sus campañas militares revitalizaron la economía de Egipto y, bajo su reinado, el país comenzó a parecerse en algo al Egipto del Reino Nuevo.

Sus éxitos, sin embargo, no duraron mucho después de su muerte. Entre el 922 y el 872 a.C., los gobernantes que le siguieron se limitaron a capitalizar sus logros, pero no los mejoraron. Debido a la falta y a la confusión de los registros de la época, es difícil saber con certeza el orden de sucesión, pero las pruebas arqueológicas apoyan la opinión de que se logró poco.

En el 872 a.C. Osorkon II (872-837 a.C.) subió al trono y mantuvo el país unido, pero tras su reinado Egipto se dividió en reinos separados que gobernaban desde Heracleópolis, Tanis, Sais, Menfis y Hermópolis en el Bajo Egipto, y Tebas en el Alto Egipto.

Las dinastías XXIV y XXV

Hacia el sur, el rey kushita Kashta (hacia 750 a.C.) reconoció la debilidad de Egipto y trató de aprovecharla. Admiraba mucho la cultura egipcia y había "egiptizado" su capital, Napata, y, por extensión, su reino. Tenía fuertes lazos comerciales con Tebas y conocía el proceso de nombramiento de sacerdotes y otros altos funcionarios. Al no existir un gobierno central del Bajo Egipto que pudiera ejercer alguna autoridad en el Alto Egipto, Kashta hizo que su hija, Amenirdis I, fuera nombrada Esposa de Amón.

La importancia de este cargo era inmensa, como señala Van de Mieroop: "La importancia política de estas mujeres era muy grande y reconocida públicamente. A menudo actuaban como regentes de sus padres o hermanos en la zona tebana, adoptando allí atributos reales" (275). Amenirdis I se hizo con el control de Tebas y, con él, del Alto Egipto. Con el Bajo Egipto dividido, Kashta tomó pacíficamente el control del país y se declaró rey del Alto y Bajo Egipto.

Su hijo, Piye (747-721 a.C.), reforzó el control nubio del Alto Egipto y, cuando los reyes del Bajo Egipto se opusieron, dirigió su considerable ejército contra ellos. Piye conquistó el Bajo Egipto, tomando todas las ciudades importantes y sometiéndolas, y luego marchó de vuelta a casa, a Napata. Egipto estaba ahora técnicamente bajo su reinado, pero dejó que los reyes del Bajo Egipto se reagruparan y restablecieran su autoridad.

El hermano de Piye, Shabaka (721-707 a.C.) le sucedió y conquistó el Bajo Egipto hasta la ciudad de Sais. Egipto estaba ahora bajo la dominación nubia, pero, en contra de las interpretaciones anteriores de este periodo, se siguieron respetando la cultura y tradiciones egipcias. Shabaka, al igual que Kashta y Piye antes que él, admiraba la extensa civilización egipcia y trataba de preservarla. Su hijo, con el nombre muy egipcio de Haremakhet, fue nombrado Sumo Sacerdote de Amón en Tebas, y su reinado se caracterizó por los proyectos de construcción en todo Egipto, la preservación de los documentos históricos y la seguridad de las fronteras contra las invasiones.

Taharqa
Taharqo
Rita Wallaert (CC BY-NC-SA)

A Shabaka le sucedió en el trono Shebitku (707-690 a.C.), un hermano menor o sobrino, que eligió el nombre egipcio Djedkare. Shebitku heredó un país fuerte pero también un formidable adversario en los asirios. Cuando Shoshenq I conquistó Judá e Israel fue considerado un gran logro por los egipcios pero, a largo plazo, debilitó el país al eliminar una importante zona de barrera.

Tras el Segundo Periodo Intermedio, los faraones del Reino Nuevo iniciaron una política de expansión para evitar futuras incursiones como la de los hicsos. Durante el Tercer Periodo Intermedio, estas zonas de barrera se redujeron y Egipto perdió su antiguo poder, pero todavía había naciones en su frontera, como Judá e Israel, que servían para el mismo propósito. La conquista de esas regiones por parte de Shoshenq I hizo que la frontera de Egipto se enfrentara a la de los asirios sin ninguna zona de amortiguación en medio.

Bajo el reinado de Shabaka, se había dado santuario a la rebelde Ashdod, que se había sublevado contra el rey asirio Sargón II (722-705 a.C.), y bajo Shebitku, Egipto apoyó a Judá contra el sucesor de Sargón II, Senaquerib (705-681 a.C.). Senaquerib fue asesinado antes de que pudiera planificar una campaña contra Egipto, realizada por su hijo Asarhaddon, que invadió en el 671 a.C. bajo el reinado del rey nubio Taharqo (hacia 690-671 a.C.), al que se equipara al rey bíblico Tirhakah de II Reyes 19:9 (afirmación no exenta de polémica). Asarhaddon capturó a la familia de Taharqo y a otros nobles y los envió encadenados a Nínive, aunque Taharqo consiguió escapar. Le sucedió Tantamani (hacia 669-666 a.C.), que recuperó Egipto de manos de los asirios y provocó la ira del hijo y sucesor de Asarhaddon, Asurbanipal, que conquistó Egipto en el 666 a.C.

La dinastía XXVI (periodo saíta) y la invasión persa

Sin embargo, los asirios no estaban interesados en ocupar Egipto y lo dejaron bajo el reinado de Necao I (hacia 666 a.C.), que se había convertido en su rey títere. Necao I fue asesinado en la campaña de Tantamani para liberar a Egipto de los asirios y el gobierno pasó al hijo de Necao, Psamético I (también conocido como Psamtik I, hacia 665-610 a.C.), a quien se considera como el fundador de la dinastía XXVI e inició el llamado Período Saíta de la historia egipcia, durante el que los reyes gobernaron desde la ciudad de Sais, en el norte del Delta.

En teoría Psamético I acató las políticas asirias, pero en realidad estaba planificando derrocarles de forma estratégica. En el año 656 a.C. lanzó un asalto naval a Tebas y obligó a la Esposa del dios Amón a favorecer a su hija Nitocris I como sucesora. Nitocris I asumió el cargo y controló Tebas mientras Psamético I hacía campaña contra los funcionarios y gobernantes locales que mantenían la política asiria.

Tras liberar a Egipto del dominio asirio, Psamético reformó el gobierno de Sais e inició proyectos de construcción de acuerdo con la tradición real. Según algunos estudiosos, el Tercer Periodo Intermedio termina con la unificación de Egipto por parte de Psamético I, pero esta interpretación carece de sentido. La dinastía XXVI siguió el ejemplo de Psamético y mantuvo su política y su visión, y una visión más completa de la época sitúa el final del periodo donde corresponde: al final del periodo saíta.

Psamético I fue un líder fuerte que imprimió a sus súbditos la gloria del pasado de Egipto restaurándolo a través de sus proyectos monumentales, renovaciones, restauraciones y logros militares. Su hijo, Necao II (610-595 a.C.) se basó en los logros de su padre con campañas militares, proyectos de construcción y la ampliación del ejército. Los egipcios nunca fueron un gran pueblo marinero, y reconociendo esto, Necao II creó una armada con mercenarios griegos, que resultó bastante eficaz. Necao II es representado habitualmente como un gran guerrero y líder militar que fortaleció el país que había heredado. En la Biblia, se le conoce como el rey egipcio que mata a Josías de Judá en la batalla de Meggido (II Reyes 23:29, II Crónicas 35: 20-22) y, allí también, se le ve como un líder impresionante.

A Necao II le sucedió su hijo Psamético II (Psamtik II, 595-589 a.C.), que continuó la política de su padre. También fue un gran líder militar, responsable del traslado de la capital de los nubios de Napata al sur, a Meroe, hacia el 592 a.C. para distanciarse de la frontera con Egipto. Psamético II dirigió una fuerza contra el reino de Kush en Nubia, destruyendo todo lo que encontraba a su paso, pero tras ganar todos los enfrentamientos, parece que perdió el interés por la campaña y regresó a Egipto.

Gran parte de su éxito en esta campaña se debió a su general, el futuro Amasis II, que puede haber resentido el esfuerzo incompleto y finalmente inútil. Psamético II parece haber estado más interesado en borrar los nombres de los gobernantes kushitas de los monumentos del sur, destruir otros edificios e incluso posiblemente intentar borrar el nombre de su propio padre de la historia. Las razones que le llevaron a estos actos siguen siendo objeto de debate, sin que se haya dado una respuesta clara.

A la muerte de Psamético II, le sucedió su hijo Wahibre Haaibre (más conocido como Apries, 589-570 a.C.), cuyo reinado supuso una serie de desafíos a su autoridad. Primero luchó sin éxito contra los babilonios y buscó ayuda para recuperar el trono cuando el general Amosis orquestó un golpe de estado y se cree que el general le asesinó en la batalla. Amosis II (también conocido como Ahmose II) se convirtió entonces en faraón y elevó el país a una altura que no había conocido en siglos.

Amosis II fue un brillante líder militar y burócrata que supo reformar el gasto público a la vez que estimulaba la economía y orquestaba campañas militares. Egipto se unió tras su gobierno y volvió a prosperar con una economía en auge, fronteras seguras y un comercio próspero. Se completaron proyectos de construcción, monumentos y otras obras de arte y el nombre de Egipto recuperó parte de su prestigio perdido. Le sucedió su hijo Psamético III (Psamtik III, 526-525 a.C.), un hombre joven e inexperto cuando llegó al trono y mal preparado para los retos que debía afrontar.

Según Heródoto, el rey persa Cambises II había enviado a Amosis pidiendo una de sus hijas como esposa, pero Amosis envió en su lugar a la hija de Apries ya que no quería ceder pero tampoco quería entrar en conflicto. Esta princesa de Egipto se sintió profundamente ofendida por la decisión de Amosis sobre todo, porque desde hacía mucho tiempo la política egipcia era negarse a enviar mujeres nobles a reyes extranjeros como esposas. Cuando llegó a la corte de Cambises II, le reveló quién era realmente y Cambises II juró vengar el insulto de Amosis al enviarle una "falsa esposa".

El ejército persa se movilizó y marchó sobre Egipto. El punto de entrada sería la ciudad de Pelusio, en el Delta, y las murallas fueron rápidamente fortificadas. Las fuerzas de Cambises II atacaron y fueron rechazadas hasta que formuló un nuevo plan. Conociendo el amor de los egipcios por los animales, en especial por los gatos, Cambises II hizo que sus soldados reunieran a todos los animales callejeros y abandonados que pudieran encontrar y les hizo pintar sus escudos con la imagen de Bastet, la popular diosa egipcia de los gatos. A continuación, los persas condujeron a los animales ante ellos contra las murallas de Pelusio logrando que la rendición de los egipcios, temerosos de herir a los animales o de enfurecer a su diosa.

Cambyses II of Persia
Cambises II de Persia
Wikipedia (CC BY-SA)

Se dice que Cambises II ordenó una marcha triunfal en el lugar durante la que arrojó gatos de una bolsa a la cara de los egipcios en señal de desprecio. Llevó a Psamético III, a la familia real y a miles de personas a su capital en Susa, donde la mayoría fueron asesinados. Psamético III vivió como miembro del séquito del rey persa hasta que se descubrió que estaba fomentando la revuelta y fue ejecutado.

Con su muerte finalizó la dinastía XXVI y el Tercer Periodo Intermedio. Los persas gobernaron Egipto en las dinastías XXVII y XXXI y fueron una amenaza constante en los periodos dinásticos XXVIII a XXX. Después de la batalla de Pelusio, salvo por breves periodos, Egipto dejó de ser una nación autónoma. Los persas lo dominaron esporádicamente hasta la llegada de Alejandro Magno en el 331 a.C., y tras su muerte, la dinastía griega de los Ptolomeos gobernó el país hasta que Roma lo anexionó como provincia en el 30 a.C.

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Sobre el traductor

Miriam López
I'm a translator and interpreter in an ever-changing world. I love languages and getting to know other cultures. Travelling has become the nearest way to learn from each other these days.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es el cofundador de World History Encyclopedia y es su director de contenido. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por muchos lugares. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía en el Marist College de Nueva York

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2016, octubre 11). Tercer Periodo Intermedio en Egipto [Third Intermediate Period of Egypt]. (M. López, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15278/tercer-periodo-intermedio-en-egipto/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Tercer Periodo Intermedio en Egipto." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 11, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15278/tercer-periodo-intermedio-en-egipto/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Tercer Periodo Intermedio en Egipto." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 11 oct 2016. Web. 01 may 2024.

Afiliación